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La IA, imbatible conduciendo drones: ni el mejor de los humanos puede con ella

La inteligencia artificial es capaz de hacer cosas increíbles. Y lo que nos queda por ver. Todo apunta a que en un futuro cercano, gran cantidad de las actividades que forman parte de nuestra cotidianidad podrán delegarse en las máquinas. Entre ellas, también la conducción. Sin importar el tipo de vehículo del que estemos hablando. Un equipo de investigadores de la Universidad de Zúrich, en Suiza, ha conseguido desarrollar un sistema basado en IA capaz de derrotar a los grandes campeones mundiales humanos en carreras de drones.

La solución recibe el nombre de Swift. De acuerdo con sus creadores, su desarrollo tiene importantes implicaciones. Y no solo porque se trate de la primera vez que un sistema movido por inteligencia artificial demuestra su capacidad para mejorar el rendimiento del mejor de los especialistas en un entorno real, alejado de la simulación y del videojuego. También trae consigo importantes implicaciones que pueden tener su peso en la vida real de las personas.

«Esto va mucho más allá. Hemos demostrado que es una combinación de aprendizaje automático y enfoques clásicos de modelado y visión por computadora lo que permite a los robots funcionar extremadamente bien en un entorno del mundo real. Es probable que enfoques similares tengan el mismo éxito para la conducción autónoma o, si miramos hacia el futuro, para el desarrollo de robots personales para uso doméstico», explica en conversación con ABC Elia Kauffman, investigador de la Universidad de Zúrich y autor principal del estudio, que este miércoles ha sido publicado en la revista científica ‘Nature‘.

Para que el sistema Swift llegase a buen puerto, el equipo de investigadores tuvo que «destrozar muchos drones por el camino», como Kauffman reconoce. La forma en la que la IA pilota el dispositivo no se diferencia mucho de cómo lo haría una persona real. Al igual que un piloto humano, el sensor principal de la inteligencia artificial es la cámara que lleva incorporada el dron, que serían como sus ‘ojos’. La información del vídeo capturado por este sensor es procesada por una red neuronal profunda, capaz de detectar los obstáculos que va encontrando por el camino.

Todos estos datos se combinan con lecturas de una IMU (unidad de medición inercial) que va incorporada a bordo del dron y que permite estimar la posición, orientación y velocidad del dispositivo en la pista de carreras.

Para poder testar su solución, los investigadores decidieron llevarla al límite poniéndola a competir con algunos de los mejores profesionales humanos dedicados a las carreras de drones. Fueron tres, dos de ellos, además, ganadores de dos de las ligas internacionales más potentes, más que acostumbrados a dirigir estos dispositivos, que pueden superar sin problemas los 100 kilómetros por hora.

Los pilotos humanos contaron con una semana para preparar la competición y adaptarse al circuito que fue diseñado por expertos externos. El ingenio movido por IA salió victorioso en 15 carreras de 25 y marcó el mejor tiempo por vuelta con una diferencia de medio segundo sobre el rival humano más veloz.

Solo el 20% de las 10 derrotas de la máquina se debieron a que el sistema fue más lento que sus oponentes, el resto fueron producto de choques con los otros drones o con las barreras que debía superar. Y, precisamente, esta es una de las mayores preocupaciones que despierta entre expertos y reguladores la aplicación de la IA a los vehículos de calle. Esos que usamos en nuestro día a día y que, en el futuro, deberían funcionar de forma plenamente autónoma. Sin necesidad de que el usuario ponga los pies en los pedales y las manos en el volante.

Efectivamente, los autores de la investigación esperan que el trabajo realizado con Swift pueda ayudar en el desarrollo de soluciones similares para otros sistemas, como, por el ejemplo, el desarrollo de coches autónomos. A pesar del desarrollo de esta tecnología, por el momento, los coches movidos por IA que alcanzan los niveles 4 o 5 de autonomía, en los que los usuarios no necesita hacer nada durante el trayecto, solo están disponibles en algunas ciudades de Asia y en localidades estadounidenses como San Francisco. Mientras tanto, países como Alemania y Francia se mueven rápido para ponerse al día en materia normativa. España, por su parte, se encuentra algo más rezagada.

Dejando a un lado los golpes sufridos por Swift, y a las limitaciones del experimento, que no fue realizado en un entorno abierto en el que pudiesen ocurrir situaciones fuera de lo previsto, el estudio sí que demuestra el buen hacer de la IA, su superioridad sobre el ser humano a nivel de conducción, incluso cuando se la lleva a situaciones límite. Algo en lo que, en principio, están de acuerdo la mayoría de expertos en este campo, que apuntan a este tipo de dispositivos, en concreto al coche autónomo, como soluciones mucho más seguras y eficientes.

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